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Bienvenidos al Blog de David de Pedro






No sé como habéis aterrizado en este blog, pero poco importa, estáis aquí y os doy la bienvenida. Espero que paséis un rato ameno porque es de lo que se trata y que aprendáis tanto de mis errores como de mis experiencias, que compartáis la realidad y opiniones a ojos de mis personajes para que los entendáis más. A veces son reivindicativos, a veces muestran ese Mr. Hyde que en un momento dado todos llevamos dentro.

Hasta el momento de su publicación, os dejo con un pequeño aperitivo, el book trayler de mi novela. Como siempre, os invito a que hagáis vuestros comentarios, que mejorarán con mucho este blog.

Soy consciente que vuestro tiempo es oro, y por eso os agradezco vuestra atención. Como dijo Benjamin Franklin: Si el tiempo es lo más caro, la pérdida del mismo es el mayor de los derroches.

Volved cuando queráis.

Gracias,


David de Pedro




P.S.: Por cierto, aquí tenéis el link de La Revelación de Qumrán en Amazon, y si no tenéis kindle y lo queréis leer por ordenador, os podéis descargar el software clicando aquí. También podéis visitar mi nueva página web: www.daviddepedro.com

sábado, 3 de marzo de 2012

Amazon - edición digital - continuación capítulo Uno

Queridos amig@s, esta semana me he estado manteniendo dentro del ranking de los 15 primeros... todo un reto, cuando resulta que Amazon actualiza sus ventas y las posiciones cada hora! La primera crítica recibida fuera de mi círculo, ha sido positiva! A ver que os va pareciendo a vosotros...

(...continuación)
—Por fin un poco de movimiento —masculló incorporándose—. ¡Pensaba que no saldría nunca!
Y se abrió. Al principio solo vislumbró una sombra, pero por su silueta no parecía ser ninguna mujer. Vio cómo un hombre miraba a ambos lados de la calle como si quisiera pasar desapercibido, y empezó a caminar rápidamente por la acera. Al pasar por debajo de la luz mortecina de la farola vio sus rasgos, y exclamó al reconocer al maltratador de niños:
¡Mierda! ¿Pero qué coño hace este maldito cabrón aquí? Perfecto, ahora solo me faltaba esto. Estoy con un puto caso de mierda vigilando a una ladrona de la que solo sé su descripción y me encuentro con el capullo causante de mis desgracias. ¡Me cago en la leche que mamé! ¿Por qué tengo tan mala suerte?
Vio cómo la puerta se volvía a abrir y salía otra silueta, esta vez femenina, y se iba en la dirección opuesta. Aguardó un poco hasta que observó que la mujer subía a un coche y se iba hacia el centro de la ciudad. Entonces arrancó su Golf GTI 16 válvulas y la siguió sin encender las luces.
Mientras la seguía, pensó en lo que había visto. Hasta ese momento creía que el caso era tan lamentable como todos los que había estado llevando últimamente, pero a lo mejor su suerte no era tan mala como había dicho momentos antes... De hecho, podría ser que esta vez tuviera la oportunidad de pillar a aquel bastardo y encarcelarlo durante bastante tiempo.
De repente se dio cuenta de que se había saltado un semáforo en rojo y advirtió cómo un todoterreno se lanzaba directamente, pitando y haciéndole largas.
—¡Hostias, que me embisten! —chilló al tiempo que lo esquivaba y aceleraba. El deportivo negro rugió, y con las revoluciones al máximo salió disparado hacia el frente, justo cuando el Jeep Cherokee pasaba, derrapando y con el claxon sonando a toda potencia, por el lugar donde había estado él un segundo antes.
¡Uf! suspiró ¡de qué me ha ido! Pensaba que me ensartaría igual que a un pincho. ¡Anda!, vaya forma de hacer una vigilancia secreta a estas horas. Seguro que la tía a la que sigo ni siquiera se ha dado cuenta —ironizó—. Por cierto, ¿dónde se habrá metido?
Entonces fue cuando apreció que ella había aparcado y que se dirigía a un pub muy concurrido, en el cual había un gorila que sonreía bobaliconamente en la puerta a todas las mujeres que entraban.
El local estaba lleno de gente con una media de edad de veinticinco a treinta años, y si algo tenían en común era su indumentaria. Eran de esa clase de personas que se etiquetaban con ropa de marca, bronceados permanentes y una pronunciación muy particular a la hora de hablar. El tipo de gente que él detestaba. Gente que podía obtener el poder a través de sus riquezas, engaños y manipulaciones. Parásitos de la sociedad, que chupaban la sangre del trabajador como si de ello les dependiera la vida. Bueno, para ser realistas, aquella gente todavía no parecía haber llegado a aquel extremo, pero dentro de muy pocos años seguro que todos lo harían.
Del pub se podía decir que era como una sala de reunión para aquellos pijos. Un local de diseño en el cual la música sonaba con estridencia. El techo era suficientemente alto como para que el humo del tabaco se disipara antes de llegar al final. Era de un color oscuro y moteado con pinceladas amarillas que representaban, con acertada similitud, una noche estrellada. Las paredes estaban pintadas igual que el techo, además de tener unas blancas columnas griegas que se alzaban majestuosamente a lo largo de sus veinte metros. La barra principal, rodeada de neones blancos y azules que proyectaban su haz indirectamente, le daba el aspecto de la vía láctea en una noche despejada. Tras ella, había el más grande acuario que jamás había visto. Ocupaba toda la pared y contenía lo que, sin duda, eran tiburones. Estos eran de un metro y medio aproximadamente, acompañados de una variedad infinita de peces tropicales. Las camareras iban ataviadas con una sábana blanca y corta de ribetes dorados.

David de Pedro

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