El otro día Mathew debía estar ligeramente de bajón, aunque desde luego, no le falta razón.
Nosotros, desde nuestra posición, tenemos la obligación de reconducir a una sociedad que como si de un rebaño de obejas desbocado en dirección a un precipicio se tratara, tenemos que aportar nuestro grano de arena. Venimos de una agrupación centenaria, y nuestra obligación moral es ilustrar al mundo.
Hemos tenido a grandes representantes en nuestra historia y cada uno de ellos luchó por los ideales de nuestra fundación, aunque siempre hay alguna manzana podrida que llega a contaminar el cesto. Ya hemos podido comprobar hasta donde llega la codicia humana.
Pero hoy estoy aquí para hablar de la bondad. Aún queda bondad en las personas, aunque hay que saberla despertar y canalizar. El dicho de que los árboles no nos dejan ver el bosque se aplica a todo el mundo en muchos sentidos. Nuestro día a día hace que perdamos de vista el horizonte de un lejano prometedor, y los desalmados que nos rodean, las malas influencias, hacen que por no ser menos, se nos despierte un poquito más ese Mr. Hyde que todos llevamos dentro. El yin y el yan. La luz y la oscuridad, lo bueno y lo malo.
En Nueva York, hay un ejemplo de esa generosidad que por suerte, cada vez se extiende más a otros países. Se llaman los Greeters, una organización que se fundó en 1992 de la mano de Lynn Brooks y en la que todo el mundo gana. Los greeter están compuestos por ancianos jubilados que destinan su tiempo, altruistamente, a mostrar la ciudad a cambio de... nada. Esta institución ayuda a los turistas a conocer la cultura americana, más allá de los puntos que cualquier visitante ya tiene predeterminado en su visita a la Gran Manzana. Esas personas mayores destinan un día de su vida, alimentando su ego, ya que se sienten útiles ayudando a los viajeros, crecen como personas al intercambiar sus vivencias con gente de todo el mundo, y dan vida al comercio local, que seguramente de otra manera, pasaría inadvertido. Evidentemente, como organización, necesita sobrevivir económicamente y eso lo hacen gracias a los donativos de aquellas personas que creen en el proyecto. Los Greeters no cobran, ni siquiera admiten propinas. Creo que acciones como estas hay que ensalzarlas, porque para las noticias malas y negativas, sólo tenemos que abrir cualquier medio de comunicación.
Jake Roval - Gran Maestre Masón Logia Boston (Boston)
Interesante David, es una forma de hacer turismo conociendo rincones y historias de una ciudad que siempre me ha gustado.
ResponderEliminarSí, los greeters no son muy conocidos, pero son perfectos, cumplen con una necesidad social y permiten dar a conocer una ciudad desde los ojos de una persona autóctona.
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