Minusválido: Dicho de una persona incapacitada, por lesión congénita o adquirida, para ciertos trabajos, movimientos, deportes, etc.
Esa es la definición que nos da la Real Academia Española... añado mental a todos aquellos que, estando en perfecto estado físico y cerebral, aparcan sus vehiculos en las zonas reservadas para minusválidos. Pocas cosas hay que me den tanta rabia y de las cuales sea tan intransigente como con esos seres que por su comodidad, dejan sus vehículos en ese trozo de asfalto que significa tan poco para ellos y tanto para un impedido.
De ahí, traslado otra queja al egoísmo que cada vez se está apoderando más de nuestra la sociedad... ¿Tanto cuesta pensar un poco más en el resto de las personas? ¿Tanto cuesta ser un poco más considerado con otro humano, que por desgracia no ha sido tan afortunado como nosotros y está limitado físicamente con las dificultades que eso le conlleva diariamente, minuto a minuto, como por ejemplo ante las barreras arquitectónicas? Porque claro, por civismo y educación, cada uno de nosotros tendría que ser, cuanto menos, desinteresado respecto a un minusválido, que no es lo mismo que condescendiente.
No se trata de sentir pena, pero sí un poco de respeto y admiración por unos luchadores natos. Desgraciadamente para los discapacitados y sus parientes, a parte de encontrarse con esas trabas, se encuentran con la de los políticos, otros que como siempre dejan mucho que desear. Antes de continuar con esta diatriba, reconozco que alguno habrá que valga la pena (supongo) pero si lo hubiere, el sistema ya se encargará de sofocar cualquier principio de competencia. Dicho esto, no puedo dejar de admitir que me hace gracia. Una persona escogida por y para el pueblo, de manera democrática, que representa que tiene que velar por los intereses de aquellos que confían en él por compartir ciertos trazos ideológicos (partiendo de la base que la ideología como se entendía hace unos años, ya ha desaparecido). Y muy pocos, por no decir ninguno, mira por eliminar o facilitar la vida a este colectivo. Esos políticos, que sólo se acuerdan de las personas sordomudas cuando hay elecciones y que sólo en esos momentos se preocupan de poner traductores que sepan utilizar el lenguaje de los signos... un ejemplo como tantos otros que podría poner. Como decía mi amiga Carol, puede que los mayas esten en lo cierto sobre la profecía... y sino, lo tendrían que estar, porque si este egoísmo persiste y se agraba, acabaremos realmente mal.
Oscar García - Consultor financiero (Girona)
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